Rosario floreciente

Existen las típicas visitas turísticas: sacarse una foto abrazando a la estatua de Olmedo, mirar la ciudad desde el Monumento a la Bandera, comer pescado en algún restaurante cerca del mercado de pescadores o caminar por la peatonal.
En mi segunda visita pude apreciar que el remedio infalible para toda melancolía es comerse un algodón de azúcar bien rosa al lado del río Paraná, cuando el día está lindo. Sentarse en un banco, mirar a los pescadores, al esporádico barco y disfrutar de la vista: no se necesita nada más. Del otro lado nos mira una isla llena de plantas verdes que dejan entrever el color arenoso de las playas.
La zona del monumento a la bandera es ideal para sentarse a mirar el río. Los parques son una mezcla de los bosques de Palermo con la Costanera norte, muy grandes y se prestan a este tipo de actividades sedentarias. Es difícil no inspirarse con una vista tan tranquila.
Algo que recomiendo es comer en Davis, un barcit
o que está abajo del Museo de Arte Moderno. La finger food que sirven es buenísima. La última vez que fui, nos pedimos albondiguitas con salsa de tomate, tortilla de papa, selección de tostadas (rúcula, jamón crudo, hongos), provolone empanado y milanesitas de pollo. Increíble. Es muy simple y rico y, además, el bar tiene vista al río.

Creo que una parada necesaria es el café El Cairo, una confitería muy linda y grande en el centro de la ciudad. Es en este lugar que Fontanarrosa solía encontrarse semanalmente, creo, con su grupo de amigos, que se hacían llamar “Los Galanes”. La atmósfera del lugar es interesante: no se ven personas solas, leyendo el diario o comiéndose una medialuna, sino que se pueden observar grupos de amigos o familias tomándose una cerveza, un trago o un café a la tarde. Es un ambiente que invita a sus clientes a discutir, a conversar, a no permanecer neutrales.
Las vacaciones con mis viejos son de tipo “turismo gourmet”, si se me entiende. Es por esto que también creo recomendable a la parrilla Don Fierro, el restaurant a lo Hard Rock Café Rock & Feller y el lugar de fast food onda Lomitón pero mejor, Billy Lomito.
Para alimentar a mi niña interior, mis viejos me llevaron a conocer la isla de los inventos. Estamos hablando de un pabellón gigante en la costanera, que está dividido en sectores: física, diseño gráfico, diseño de indumentaria, animación, papel, escritura, etc. En cada sector, los chicos pueden aprender mucho (y es en serio mucho… es por esto que la isla es recomendable para adultos también) sobre cada disciplina. El lugar es muy colorido y está lleno de historietas de Fontanarrosa. También se realizan obras teatrales y la entrada, si no me equivoco es como de un peso o algo así.

Si no hay tiempo para quedarse en la ciudad, recomiendo pasear una hora en auto por Rosario. Mirar los parques, las calles con bulevares, las enredaderas, los silos, los puestos de pescados, las calles, los edificios, el puente desde la ciudad y la ciudad desde el puente.
(fotos de Flickr)